Ante la aparición de la variante ómicron, la Organización Mundial de la Salud (OMS) teme que los países ricos empiecen a acaparar vacunas contra el COVID-19. De esta forma se vería gravemente afectado el suministro global, lo que por supuesto, dificultaría los esfuerzos para poner fin a la pandemia.
La OMS luego de una reunión de su panel de expertos en vacunación, han reiterado su consejo a los gobiernos. Mantienen su recomendación de desistir de la aplicación generalizada de dosis de refuerzo en sus poblaciones. Aconsejan que más bien envíen dosis a los países de bajos ingresos que no han tenido acceso a ellas.
¿Por qué preocupa a la OMS el acaparamiento de vacunas contra el COVID-19?
La doctora Kate O’Brien, jefa del departamento de inmunización de la OMS, exhorta que para acabar con la enfermedad es necesario vacunar a todos los que tienen mayor riesgo de contraerla. La escasez de vacunas ya ha empezado a disminuir en los últimos dos meses y por fin está llegando a los países más pobres.
Esto gracias a programas de donaciones, como el COVAX respaldado por la ONU. Sin embargo, ahora temen que, ante la preocupación por la variante ómicron, los países ricos empiecen a acumular grandes reservas. De esta manera se volvería a agudizar la inequidad en distribución de las vacunas.
La doctora O’Brien ha enfatizado que, desde un punto de vista epidemiológico, esa estrategia de los gobiernos no va a funcionar. Insiste en que es necesario enviar la vacuna a todos los países, pues si continúa la transmisión libre del virus, desde allí vendrán las variantes.
Visión global de la pandemia
O’Brien exhorta a los gobiernos a que tengan una visión global racional sobre lo que verdaderamente pondrá fin a la pandemia. Afirma que algunos gobiernos ricos se empeñan en vacunar plenamente a la mayoría de sus ciudadanos. En cierto sentido, sostiene que se está haciendo un esfuerzo excesivo de proteger sus posibilidades de vacunación.
La doctora insiste en que los gobiernos ricos deben seguir sosteniendo el esfuerzo de distribuir las vacunas contra el COVID-19 a los países pobres del mundo. De lo contrario seguirán saliendo en esas zonas más variantes, cuya severidad, resistencia a las vacunas y transmisibilidad podría ser cada vez peor.