La prostatitis crónica es una situación que, aunque poco frecuente, es molesta.
Existen muchas patologías que pueden solaparse con la prostatitis crónica y cada una de ellas tiene un tratamiento diferente. Ante esta situación, lo más importante es alcanzar el diagnóstico correcto.
Por ejemplo, existen síntomas urinarios que pueden confundirse con una prostatitis crónica y que pueden deberse a problemas con la uretra, como puede ser la estenosis de uretra; la vejiga, como puede ser la hiperactividad vesical y/o dolor vesical; o la patología del suelo pélvico.
Por tanto, una primera aproximación es descartar otras situaciones que estén produciendo los síntomas. En general, el estudio inicial de una prostatitis crónica suele incluir análisis de sangre y orina (cultivo de orina y cultivo de Lowenstein), flujometría, ecografía y, en muchas ocasiones, cistoscopia.
Descartadas otras causas, debemos iniciar el tratamiento de la prostatitis crónica bacteriana, que empieza por la modificación de hábitos de vida que excluye alimentos como, por ejemplo, picantes, y bebidas gaseosas, azucaradas, con alta concentración de cafeína o con alcohol, ya que pueden empeorar los síntomas urinarios producidos por la inflamación de la próstata.
En un segundo nivel, es recomendable la rehabilitación del suelo pélvico para la mejora de la clínica miccional. Entre los ejercicios de rehabilitación pélvica se encuentra la maniobra de Kegel, que se realiza contrayendo los músculos del suelo pélvico repetidamente. Esta rutina diaria mejora los síntomas en muchos pacientes.
En cuanto al manejo farmacológico, suelen emplearse antiinflamatorios no esteroides para mejorar el dolor y alfa-bloqueantes para aliviar los síntomas urinarios. Asimismo, es habitual la indicación de otras moléculas como el mirabegron o los anticolinérgicos, que a menudo reducen la urgencia miccional y la frecuencia.
Durante los últimos años se han investigado opciones experimentales con buenos resultados. Entre ellas, una de las más efectivas y sin efectos secundarios son las ondas de choque de baja intensidad. Según afirma el doctor Borja García Gómez, urólogo experto en patología prostática, “las ondas de choque provocan cierta revascularización prostática y ha demostrado que disminuye los síntomas a medio y largo plazo”. Este tratamiento, además de utilizarse en otras áreas de la medicina para regenerar tejidos que funcionan de manera anómala, consigue buenos resultados en algunos casos de prostatitis crónica.
Es importante ponerse en manos de un urólogo experto para identificar correctamente la enfermedad y tener acceso a un tratamiento específico, personalizado y adecuado.
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